
La playera blanca: El icono silencioso del fast fashion
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¿Cuántas tienes en tu clóset? Una, tres, cinco… probablemente más. La playera blanca es esa prenda que parece inofensiva, neutral, básica y siempre lista para "sacar del apuro". Pero detrás de su simplicidad, se esconde uno de los símbolos más poderosos y problemáticos: la moda rápida.
Según Elizabeth L. Cline, autora de Overdressed: The Shockingly High Cost of Cheap Fashion, las playeras básicas, en especial las blancas de algodón, son algunas de las prendas más fabricadas y vendidas en el mundo y representan un gran porcentaje de la moda desechable.
¿Por qué?
Porque es barata, versátil, no pasa de moda y se fabrica en segundos. No necesita rediseño, ni creatividad, ni intención. Es el lienzo vacío perfecto para una industria que prioriza volumen sobre valor.
Aunque alguna vez fue símbolo de rebeldía —como explican en un artículo de BBC Culture (2018)—, cuando James Dean y Marlon Brando rompieron las normas al usarla como prenda principal en lugar de ropa interior.
Hoy su significado ha cambiado por completo. Se vende por millones, se usa unas cuantas veces, se deforma, se mancha, se reemplaza. Como una servilleta de papel: cumple su función… y termina en la basura.
Volver a mirar una playera blanca con atención es cuestionar una idea que llevamos puesta sin pensar: la de que todo puede ser reemplazado.
¿Y si esa costumbre de reemplazar sin pensar también nos ha vuelto indiferentes con lo que sí importa?
Vivimos rodeados de cosas hechas para durar poco, para resolverse rápido ó para olvidarse pronto. Y al final, vestimos igual que consumimos: con prisa, sin memoria, con lo desechable como norma.
Pero incluso una prenda básica puede ser una invitación a pausar, detenernos un momento antes de repetir la misma elección de siempre. A preguntarte, antes de volver a elegir sin pensar: Estás eligiendo en automático… o desde la conciencia?
Esa es la pregunta detrás de cada decisión, incluso la más simple, porque elegir con atención —aunque sea una playera blanca— puede ser el primer paso para vivir con intención.